martes, 19 de noviembre de 2013

Aristóteles, El Filósofo

Por José Manuel Rodríguez Pardo (Esp), Doctor en Filosofía por la Universidad de Oviedo.

El Filósofo por antonomasia planteó los problemas filosóficos que  aún siguen siendo objeto de discusión en la actualidad.

Aristóteles, el Filósofo por antonomasia, el discípulo de Platón que superó al maestro, fue el autor del primer sistema filosófico propiamente dicho, y con él planteó los problemas filosóficos que aún siguen siendo objeto de discusión en la actualidad. Su biografía estuvo implicada en la deriva del mundo helenístico, siendo no sólo miembro de la Academia de Platón y crítico de sus doctrinas, sino preceptor de Alejandro Magno y toda su generación (lo que influiría decisivamente en la expansión del mundo helenístico), además de una segunda víctima de las iras de los atenienses a causa de su asebeia o impiedad por sus doctrinas del motor inmóvil.

Aristóteles parte de la physis como principio de movimiento y de cambio, un mundo en el que los entes están limitados por cuatro causas: material (que supone una cierta potencia o energeia para llegar a ser algo, como la semilla que puede llegar a ser árbol), formal (que señala el telos, la finalidad a la que tiende la sustancia), eficiente o que promueve el cambio y final que indica la finalidad de la misma, la entelequia. Todo ello contextualizado dentro de los tres grados de abstracción que distingue en la Metafísica: el de la materia sensible, el de la materia inteligible —las entidades matemáticas, que no son materia corpórea pero que sin contacto con ella no pueden existir, salvando así el pitagorísmo y la idea de separación (jorismos) de las Ideas respecto al mundo sensible—, y el de la metafísica, donde se encuentran las sustancias donde su forma está completamente actualizada, el mundo supralunar, las esencias perfectas e inmodificables, exentas de corrupción, al contrario del mundo supralunar, donde se produce la generación y corrupción de las sustancias. En la cúspide de este mundo geocéntrico y garantizando la inmanencia del movimiento («todo lo que se mueve es movido por otro»), tanto en el mundo supralunar como en el mundo sublunar, se encuentra el Motor Inmóvil, el Acto Puro (Aristóteles es el inventor del monoteísmo, tan importante para las religiones terciarias), que es pura actividad, garante del paso de la potencia al acto; precisamente la falla fundamental del aristotelismo se encuentra en que para lograr el paso de la potencia al acto es necesario que exista algo previamente en potencia.

En base a estos tres grados de abstracción, Aristóteles dividió las disciplinas, división que en cierto modo ha seguido vigente durante siglos y siglos: dentro del primer grado de abstracción se encontraría la Física (del griego physein, llegar a ser), que sería concebida así por Aristóteles como ciencia del movimiento, dividida según las clases del mismo: el local o de traslación sería relativo a la Física de los cuerpos; el vital o cuantitativo, sobre el aumento y disminución, la Biología, el estudio de los animales, estaría incluida bajo el tratado del alma (la forma propia de los seres vivos, en tanto que tienen el principio del movimiento en sí mismos), y finalmente el movimiento de alteración sería el cualitativo, lo que correspondería con lo que hoy denominamos Química, un análisis de los cambios de estado de los cuerpos que aún hoy se estudia, aunque en este caso en base a los cuatro elementos: de lo caliente y seco (fuego) a lo húmedo y caliente (aire) —lo que hoy se denominaría condensación; de lo frío y húmedo (agua) y a lo frío y seco (tierra) —la solidificación—, &c.; en el segundo grado de abstracción se situarían las matemáticas y en el tercer grado de abstracción se encontrarían las formas, las almas, consideradas como principios de los organismos vivientes (en este caso, la Metafísica, pero esto supondría afirmar la inmortalidad del alma, algo que Aristóteles negó previamente en su tratado De anima).

Aunque la definición aristotélica del hombre como animal racional no supone ningún privilegio respecto al resto de animales en la Scala Naturae (hará falta el antropocentrismo del cristianismo para que la versión escolástica de Aristóteles introduzca en el sistema la Gracia santificante), puesto que cada ente es perfecto en sí mismo, ha de desarrollar su telos, el hombre, al ser racional, se encuentra dentro de otro grado de abstracción distinto al de la Química o de la Biología. El alma humana tiene capacidad de intelección y se acerca al ideal de la vida contemplativa, de la felicidad propia del Acto Puro. Pero para que el hombre pueda desarrollar su telos es necesario que vida en ciudades, sociedades políticas; ciudades resultado de la unión de familias (ciudades en potencía como señala el Estagirita en el Libro I de la Política). Y este ideal sólo pueden realizarlo los ciudadanos libres, aquellos que no son ni mujeres ni niños ni esclavos y que disfrutan de la virtud de la justicia conmutativa  (que ejemplificó Aristóteles con la equivalencia entre distintos bienes y que supone el origen de los análisis sobre valores y precios que más tarde se producirán en la disciplina denominada Economía Política). Ahora bien, esa vida virtuosa o vida feliz es un modelo que los hombres libres sólo alcanzan por analogía, puesto que, como señala Aristóteles en la Ética a Nicómaco, la amistad sólo puede darse entre iguales, y el Acto Puro es inconmensurable con los hombres. También Aristóteles dejó establecidas las distintas formas políticas aún concebidas hoy: monarquía, aristocracia, democracia, con sus respectivas degeneraciones en forma de tiranía, oligarquía y demagogia.

Pese a que el sistematismo aristotélico y su vocabulario han caído en desuso entre los filósofos académicos (no así en el ámbito mundano, donde se habla de sustancia, energía y entelequia con familiaridad), Aristóteles fue quien dejó planteados los problemas filosóficos aún vigentes en la actualidad, y quien no se moleste al menos en confrontar sus propias doctrinas con las de Aristóteles no merece ser llamado filósofo en el sentido de la filosofía académica inaugurada por Platón.

Invitación hacia una mirada reflexiva de la existencia. La Manzana empírica del cinismo (en homenaje a Diógenes)

Por Diego Arias, egresado de la carrera de Filosofía

Aquella imagen de toda una vida que estaba en mi cabeza,
De pronto había cobrado vida, y Cada vez era más veloz el recuerdo, Que me alejaba de aquella imagen,
Había quedado hipnotizado, Hasta que recibí la aceptación de una dama muy extraña,
Sentí que cualquier cosa era posible, Nunca quise comer la manzana del cinismo, Sería como vivir en otro planeta,
Han pasado cinco años de aquel inicio, Y me alegra estar de regreso. Aunque ya no soy el mismo,
Dicen que las experiencias te cambian la vida, Yo sé muy bien que las experiencias no son un viaje!
Tener una mente privilegiada, Te aleja, del trabajo que podrías hacerlo con las manos, Eso sería más sencillo, más
Tranquilo. Pierdes el entusiasmo de querer estar rodeado de otras gentes, Tampoco quieres decir mucho, Solo piensas..
Es Como imaginar que siempre estas dormido, como en un sueño eterno,
Y luego despiertas, no sabes donde estas, y tampoco sabes si hay alguien más por ahí, Ya no distingues la verdad, de
la realidad, ¿Qué sería lo primero que harías?
Yo pienso, en aquellos exploradores, que atravesaron el atlántico...pensaban que el mundo era plano..
Pensaban. Que si uno navegaba hacia el oeste lo suficiente, iba a caer de un plano hacia la nada..
Esas naves. Que navegaban hacia lo desconocido. No llevaban nobles, ni aristócratas, ni artistas, ni comerciantes,
Su tripulación era gente que vivía al margen de la vida: locos, huérfanos, ex presidarios, parias...; pues..
Digamos que somos como unos exploradores. Alguien que investiga en un corto lapso de tiempo el comportamiento de
personas como estas se llevara grandes sorpresas al ir descubriendo la naturaleza del conocimiento  y de sus leyes;
 Esta clase de personas son  Quienes  te despiertan la curiosidad sobre la ciencia y  explorarlos desde
Perspectivas diferentes te llevan a la elaboración de teorías epistemológicas, .. Quienes hemos canalizado a la vez todas
Nuestras experiencias, quizá somos los mejores estudiando a los candidatos para esto..
También pienso en Diógenes, que tuvo más detractores que discípulos, además de haber enseñado una de las
Filosofías más puras y huérfanas por aquellos días..
Creo que para estar orgullosos. Hay que mostrar perseverancia ante la adversidad..
¿Y si Somos una proyección de la imaginación?... ¿no somos reales Entonces?,
 Cuando no entendemos el significado de algo...creemos que es un engaño elaborado...
Y decimos...DEBE HABER UNA EXPLICACION LOGICA POR DIOSSS!!!
Lo cierto es que Todos vamos a morir...Es mejor conservar la calma.. ¿Sería muy difícil pensar? ¿Hay otra persona igual
que yo? ¿Y podría conocerlo alguna vez? y. Ese otro yo. ¿Es mejor que este yo? ¿Puedo aprender del otro yo?
El otro yo. ¿Ha cometido, Los mismos errores que yo? ¿Puedo sentarme a tener una conversación conmigo?
¿No sería algo interesante? La verdad es. Que hacemos eso Todo el día, a diario, la gente no lo admite, y no piensa
mucho en ello, pero eso hace, a diario hablan en su mente.. ¿Qué hace el? ¿Porque hizo eso? ¿Qué pensó ella?
¿Dije lo correcto?  En este caso, hay otro "tu" por ahí.. Perdonemos la vida...Les deseo mejor suerte la próxima vez..
Es mejor pensar así.. Que quedarse mudos y sin palabras.. Ahora...escúchenme... Mantenga su mente limpia,
Así tendrán serenidad, No se preocupen, Solo aprendan a adaptarse, De eso se trata todo,
La única forma de mantener la cordura, Es enamorarse de lo que uno cree.. Cierren los ojos..
Entren en su imaginación, Cuando los habrán de nuevo, Ya no estarán, Es la verdadera paz y éxtasis de la gloria..
Se aprende más en la soledad de los libros, que en la compañía de los paredones y pizarrones...
Finalmente... ¿siguen ahí? ¿Tienen curiosidad?. BUENO. ¿Quieren elevarse un poco?
Tengan cuidado. Que pendemos de una delgada línea. Entre la cordura Y LA LOCURA...
LOS SEPARA SOLO UN PASO...UN PASO MAS CORTO DE LO QUE CREEN...
¿Aun quieren elevarse un poco? ¿Quieren una vida tranquila? ¿Les fascina la idea del progreso?
Estoy de acuerdo con ustedes. La vida es una maravilla....
Lejos o cerca, minúsculas o mayúsculas, profundidad o superficie,
Pero saben que. Lo más misterioso no es lo pequeño ni lo grande, somos nosotros de cerca...
Y de ser así... ¿sabríamos quiénes somos? ¿Que nos diríamos a nosotros mismos?
¿Quizás nos gustaría ver si pudiéramos pararnos fuera de nosotros?
Brindemos todos juntos por la realización de los sueños más improbables...
Por ultimo...si se presentara cualquier variación...por pequeña que sea...
Como si yo luciera así como soy y no como parezco.. Y los demás también lucieran así y no como parecen... De pronto.
Quizá todo cambie...
Y empezamos a preguntarnos ¿Qué más es diferente?
O se podría decir, que se tiene un reflejo que de pronto se hace trizas y hay una realidad nueva...
Y ahí está la oportunidad y el misterio...
¿Qué más? ¿Qué es nuevo? ¿AHORA QUE?

viernes, 4 de octubre de 2013

Feminismo existencialista de Simone de Beauvoir

Por Teresa del Pilar Ríos, Dra. en Filosofía

INTRODUCCIÓN
Simone de Beauvoir (1908-1986), símbolo de la mujer contestataria, novelista francesa, profesora universitaria, filósofa existencialista y militante del movimiento feminista. Intelectual polifacética, en su vida confluyeron especialmente dos facetas que se identificaron entre: la de mujer invitando a la emancipación femenina y la de escritora, cuya obra será tema de polémica en los medios literarios de su época, con sus defensores y detractores. 

En 1929, después de conocer a Jean Paul Sartre en la Sorbona, donde ambos estudiaban filosofía, se unió estrechamente al filósofo y su círculo, entre los que se encontraba Paul Nizan, Raymond Aron, Merleu-Ponty. Con el tiempo, crearon entre ambos, Beauvoir-Sartre, una relación que les permitía compatibilizar su libertad individual con la vida en conjunto.

Foto de Google Image
La personalidad de Simone de Beauvoir se sitúa en el centro de atención del París de la intelectualidad. Da conferencias por todo el mundo, participa contra la guerra de Vietnam, se compromete en el movimiento por la independencia de Argelia y encabeza las manifestaciones feministas a partir de 1.968. Su presencia es solicitada tanto en las manifestaciones literarias como en las políticas. En los años setenta sigue luchando por la solidaridad humana y el respeto por la libertad de la persona y, por supuesto, por la causa feminista. Fundó la “Ligue du droit international des femmes”, influyendo incluso en el ministerio de Asuntos de la Mujer en Francia que la nombró encargada de la Comisión sobre mujer y cultura. 

La variedad de sus escritos, novelas, ensayos, memorias, diarios, correspondencias y teatro, refleja la lucidez y el talante de una personalidad intrépida que marcó un antes y un después del momento en el que se dio a conocer. Hizo uso de las historias y las novelas para ilustrar muchas de sus ideas filosóficas, y especialmente, su convicción de que los seres humanos eligen por sí mismos en referencia y como respuesta a una situación. En su siempre efectiva prosa desarrolla una convincente defensa del existencialismo, intentando detectar los riesgos que lo acechan desde el momento en que empieza a convertirse en una moda y con ello se vulgariza. 

En su primera novela, La invitada (1943), exploró los dilemas existencialistas de la libertad, la acción y la responsabilidad individual, temas que aborda igualmente en novelas posteriores como La sangre de los otros (1944) y Los mandarines (1954), novela por la que recibió el Premio Goncourt.

El conjunto de sus escritos llamados "memorias" recoge su experiencia y sus diferentes reacciones de acuerdo con el momento vivido. Dichas memorias constituyen la confesión de una mujer que desde sus primeros años quiso defender su postura ante la vida y los acontecimientos que le tocó vivir tanto en el ámbito familiar como social. Así también, de su puño y letra nació la que aún hoy se considera “la biblia del feminismo”: El segundo sexo (1.949), y que constituye un verdadero hito que se incorpora a la historia de la cultura humana. 

Su vida y su obra continúan despertando debates apasionados pues ambas plantean cuestiones esenciales a la eterna interrogante sobre la condición femenina. Fue una mujer muy criticada. Toda persona que rompe con los moldes establecidos o que se opone a los prejuicios al uso, es naturalmente cuestionada, e incluso vilipendiada. La derecha francesa se opuso tenazmente porque hacía una desmitificación de las instituciones tradicionales como la familia, las relaciones de pareja y la maternidad. La iglesia católica le puso, y sigue estando, en el índice de prohibida. Si en su época estuviera aun vigente la Inquisición, ella sería una de sus primeras víctimas. 

Mujer intelectual, pionera de su tiempo, pues se introdujo en las instituciones educativas mayormente masculinas. Aprovechó su oportunidad para desarrollarse a sí misma como una intelectual en un país y en un tiempo en los que los académicos eran considerados como miembros relevantes de la sociedad. Simone de Beauvoir llegó a ser más puramente una intelectual que cualquier otra mujer de su época. 1 Pero, definirla como una "intelectual" pone de manifiesto otras cuestiones, como el descrédito de la inteligencia de las mujeres, la prueba es que muchos enfatizaban más su pertenencia a una elite que a una legítima posibilidad de las mismas. Verlas como intelectual era, pues, la más clara patentización de que sus oscuras teorías androcéntricas son meras ideologizaciones interesadas que creíbles afirmaciones científicas. 


EL IMPACTO DEL "SEGUNDO SEXO" DE SIMONE DE BEAUVOIR 
Cuando se publicó El segundo sexo, fue recibido con gran hostilidad y se le hicieron críticas implacables y demoledoras, de tal manera que, durante algún tiempo permaneció ignorado hasta que los movimientos de mujeres de la década de los años 70 lo recuperaron como la guía fundamental que les iluminaría el camino a seguir. La condición de la mujer de clase media en Occidente y la reflexión feminista estaban progresando a pasos agigantados si se compara con los movimientos cuyas reivindicaciones se limitaban a ciertos derechos como el del voto, la educación, etc., pero sin cuestionar en ningún momento los papeles tradicionales de la mujer ni la creencia fundamental en una determinada naturaleza femenina que justificaría su situación sociocultural. En los años 70 ya se estaba dando un proceso claro que, conforme iba transcurriendo el tiempo, llevaría a la paridad, a la plena conquista de los derechos jurídicos fundamentales, al acceso igualitario al mundo laboral, y al derecho al mismo salario en igualdad de condiciones. La presencia de la mujer en el entramado social estaba comenzando a ser una realidad.

El segundo sexo surgió porque Simone de Beauvoir se disponía a escribir su autobiografía e inmediatamente se confrontó con una pregunta crucial: ¿Qué significa para mí ser una mujer?2 Esta pregunta convierte la diferencia sexual en una cuestión filosófica, y hace una inestimable aportación al debate esencialismo/anti-esencialismo. Y así, una primera intención de escribir sobre ella misma se convierte en una indagación sobre lo que supone el hecho de ser mujer en una sociedad como la suya. Pero la inquietud no surgía de la nada. En su misma autobiografía aparecen apuntes críticos sobre las mujeres, sus comportamientos y sus vivencias, que denotan una sensibilidad atenta a sus problemas. Es decir, lo que lleva a nuestra autora a emprender su investigación filosófica en torno al sujeto-mujer no son sus convicciones políticas, sino su propia experiencia como tal, el descubrimiento de sí misma la lleva a identificarse con la palabra “mujer”. No se trata, por tanto, tan sólo de una cuestión política, social o metafísica, sino de una situación a la que cada mujer debe enfrentarse cada día. De ahí que, en lugar de escribir su biografía, escribe "un ataque contra las ideas contemporáneas sobre la mujer y un texto fundamental para el movimiento de mujeres de la segunda mitad del siglo veinte." 3

El segundo sexo de Simone de Beauvoir es la obra cumbre y piedra angular del feminismo4, el ensayo feminista más importante del siglo XX. Consta de dos tomos: el primero se titula Los hechos y los mitos, y el segundo La experiencia vivida. Su vigencia se debe, sobre todo, a la amplitud con la que nuestra autora se enfrentó al texto, a su concepción igualitaria de los seres humanos y al análisis totalizador que realiza de la concepción femenina en Occidente. Dicho análisis lo plantea desde diferentes perspectivas, tales como: la  filosófica, la histórica, la psicológica, la ontológica, la científica, la mitológica y la sociológica. Es un libro con una estructura filosófica bastante compleja, y debería ser leído como un clásico. La idea fundamental de esta obra es hoy asumida por millones de personas que no la han leído ni han oído hablar de ella. Sus principios han sido incorporados a las políticas de igualdad y han dado lugar a los estudios feministas y de género en centros universitarios de vanguardia. 

El texto mencionado constituye un corpus teórico que desmonta la desigualdad entre mujeres y hombres porque demuestra que la misma no es algo natural, sino algo construido culturalmente. Con este libro nuestra filósofa erige una teoría crítica que se inserta en una tradición iniciada en el siglo de las Luces y es continuada por las sufragistas. Representa, en el ámbito de la emancipación de las mujeres, lo que El contrato social en el ámbito político. Si Rousseau sentaba las bases de la democracia moderna, Beauvoir sienta las bases de la democracia total y efectiva. Denuncia lo mismo que Rousseau, pero refiriéndose a las mujeres, de quienes éste se había olvidado totalmente. De este modo, completa la emancipación para esa mitad de la humanidad a la que se la había negado su mayoría de edad en todos los ámbitos. 

Simone de Beauvoir comienza su obra con una cita de Poulain de la Barre, feminista poco conocido del siglo XVII: "Todo cuanto sobre las mujeres han escrito los hombres debe tenerse por sospechoso, puesto que son juez y parte a la vez" 5. La elección de este pensador es muy significativa y nada casual, la autora, en su diálogo con el lector, revela a través de esta cita su concepción sobre las  fuentes teóricas del feminismo. La afirmación con que se inicia el segundo volumen de la obra: "No se nace mujer, se llega a serlo"6, encierra el núcleo teórico de que lo femenino no es una esencia.  "El eterno femenino" es un mero mito masculino. La feminidad es un constructo socio-cultural: las sociedades se estructuran según sistemas de sexo-género, se dirá en la década de los setenta. Beauvoir viene a decirnos: la feminidad es algo artificial, no natural; los factores biológicos no determinan la forma de ser que se denomina “femenina” o “masculina”; es irracional entenderlo así. La mujer no nace sensible, callada, sumisa, impresionable, dócil, indecisa, inferior al varón, en definitiva, oprimida. Esta es una lectura ideologizada e interesada a partir de los sexos. 

En ambos tomos del Segundo sexo se realiza una apología de “la autonomía”, 7 por ser ésta un valor cuya aptitud no le era reconocida al sexo femenino; sumado a ello el lugar de “otredad” y no de sujeto activo que las mujeres ocupan en los discursos hegemónicos de la historia del pensamiento en Occidente, desde los mitos al pensamiento racional, desde los discursos religiosos hasta los más extremadamente laicos o críticos con la cultura judeo-cristiana como, por ejemplo, lo es el psicoanálisis. Así también, nos proporcionan las herramientas teóricas para reemplazar esa construcción injusta por otra más justa y equitativa. Para acabar con un estado de opresión y reemplazarlo por un estado de distensión, en el que cada cual, hombres y mujeres convivan fraterna y sororalmente; es decir, libremente. Nuestra autora explica ampliamente que para las mujeres la maternidad no es inexorablemente “destino”, sino que la relación lógica de implicación establecida entre ser mujer y ser madre es una de las creencias ancestrales de las sociedades de dominación masculina. Analiza la condición social de las mujeres interdisciplinar y multidisciplinarmente.8 

Patentiza que la situación de la mujer en este mundo masculino, regido por los valores y el poder de los hombres, es una situación de degradación ontológica y moral. ¿Cómo ha llegado a ser así? ¿Cómo se ha dado el proceso de tal situación? Beauvoir reconoce las diferencias biológicas entre el hombre y la mujer, pero señala que no es el área de la biología donde se juega el destino de los humanos, sino en el ámbito humano, que es un espacio fundamentalmente histórico y cultural.9 Teresa López Pardina

Pese a que las condiciones sociales e históricas han variado mucho desde que se originó la desigualdad, ésta persiste. ¿Cómo puede ser así? Porque la voluntad de dominación del hombre continúa y porque la lucha colectiva no se ha afianzado. Ahora bien, en las sociedades postindutriales occidentales, piensa Beauvoir, la lucha por la emancipación es posible, aunque han de cumplirse dos condiciones para que sea eficaz: que las mujeres hayan logrado individualmente la independencia económica y que la lucha se plantee colectivamente.10


RELACIÓN ENTRE SU EXISTENCIALISMO Y FEMINISMO
El marco conceptual de su célebre ensayo, que supone un hito en la filosofía feminista y marca todo su desarrollo posterior, es la filosofía existencialista. Y este dato no es algo irrelevante. Todo lo contrario; es absolutamente fundamental. Nada más adecuado que una filosofía de la libertad para analizar las causas de su escasez entre las personas. Una filosofía que concibe al ser humano como libertad era la más apropiada para mostrar la falacia del eterno femenino y su carácter de construcción socio-cultural. 

El pensamiento de nuestra filósofa deriva de dos factores: la influencia del existencialismo francés y su condición de mujer. Su obra filosófica interpreta el existencialismo como una filosofía de la libertad, como portador de una nueva ética, tanto en lo privado como para lo público. Es una filosofía del compromiso, que encuentra que el individuo y el mundo se hallan completamente unidos, por lo que no es posible una liberación egoísta y solitaria de los individuos. Y es una ética política y comunitaria: problema político y problema ético son dos caras de la misma moneda. Pero la moral no puede dar recetas, no existe una “moral abstracta”, independiente de cada situación concreta, válida para cualquier situación. Es la situación la que decide finalmente la suerte de cada valor.

En el feminismo existencialista de Simone de Beauvoir, el ser humano no es una esencia fija, sino existencia, es decir proyecto, trascendencia, autonomía, libertad. Por lo tanto, escamotear a un individuo las posibilidades de proyectar su vida por el hecho de pertenecer al supuesto "segundo sexo", al sexo femenino, es dominación, es injusticia.  Su punto de vista dialéctico del ser humano se conceptualiza bajo la idea de situación, lo cual debería considerarse como una de sus mayores aportaciones en lo que a la teoría feminista se refiere, puesto que, de alguna manera, el discurso “científico” sigue teniendo fuertes connotaciones androcéntricas. De ahí que la idea de que la biología puede y debe ser trascendida y subordinada todavía sigue vigente hoy.

De acuerdo con Celia Amorós, 11  el feminismo se inicia como movimiento emancipatorio y político con la Revolución francesa 12 y, en ese sentido, El Segundo Sexo se puede encuadrar en la línea de un feminismo ilustrado. Su soporte teórico es, ciertamente, la filosofía existencialista, pero se encuadra en el marco más amplio de un pensamiento ilustrado y dentro de él, en lo que tiene de más emancipatorio la Ilustración, la idea de la igualdad natural entre todos los seres humanos. El libro es más bien de carácter teórico y reflexivo, pero no de militancia política. De ahí que es considerado como un eslabón entre la Ilustración y el feminismo radical de los setenta, llamado la segunda ola. La primera ola es el feminismo sufragista. 

Podemos decir que todo lo que el feminismo ha escrito después ha tenido que tomar posición con respecto a El Segundo Sexo; bien para atacarlo, como hacen por ejemplo las feministas de la diferencia, o bien para desarrollar algunos de sus aspectos. El feminismo de Beauvoir es de raigambre clásica, un humanismo global. Sin embargo, respecto a sus predecesores, ha realizado un aporte cualitativo: pasar de las reivindicaciones a las explicaciones. Su singularidad le viene, en buena medida, de su potencia filosófica: una inteligente combinación de existencialismo, hegelianismo y filosofía de la sospecha. Desde esta red teórica, nuestra filósofa inicia una nueva manera de hacer feminismo.

Su feminismo es de carácter radical, su propuesta es cambiar no solo el papel de la mujer, sino también el del hombre y conseguir así una sociedad donde ningún sexo sea oprimido por otro y ambos puedan ser efectivamente libres. Cuestiona la idea de hombre y mujer, pretende deconstruir ambas visiones patriarcales. En cuanto a la condición femenina afirma que las mujeres han alcanzado su integración en la sociedad. Ya no es el momento de reivindicaciones generales o de las luchas iniciales por la conquista de derechos. Ahora es necesario que la mujer descienda a lo individual y profundice en el conocimiento de sí misma. Ese tránsito de la mujer como “colectivo” (en lucha por su emancipación social y política) a sujeto individual, a persona humana que trata de ser autónoma, creándose su propio destino, es su legado fundamental al feminismo posterior.

Para una mujer, conocerse a sí misma es un arduo trabajo. Si analiza la cultura oficial, descubre que es simplemente la silenciada, la olvidada, una nota a pie de página en el extenso libro de los varones: sin pasado, sin historia, sin relevancia alguna. Todas las identidades que se le proponen la consideran una “minoría social”, una ausente de la realidad. Y es precisamente a partir de ese descubrimiento de ser la ausencia desde el que la mujer debe empezar la búsqueda de su propia identidad. Debe negarse a ser “lo otro” de la identidad masculina. Debe interrogarse tanto sobre su propia historia individual como sobre su historia como “género femenino”, como “segundo sexo”. Es la mujer la que tiene que decidir quién es ella, quién quiere ser, y a partir de ahí reconstruir sus relaciones con el otro sexo.

Dicha reconstrucción vendrá dada cuando ella sea reconocida realmente por lo que es y no solo por lo que hace en el ámbito doméstico y desde un rol maternal. El reconocimiento es una de las cuestiones principales en cualquier orden social humano. Los grupos sexuales existen desde el momento en que se reconocen como tales y aceptan las supuestas diferencias. En este sentido, nuestra pensadora apela a la categoría dialéctica hegeliana del amo y del esclavo13. Dicha categoría expresa la lucha inevitable por el reconocimiento en cualquier sociedad humana. Si aplicamos a las mujeres el mismo proceso que al esclavo hegeliano, el cambio de posición en el colectivo de los varones puede ser alterado. La mujer, símbolo del esclavo, en virtud del dinamismo dialéctico puede forzar su emancipación, lo cual, a su vez, socavará el lugar de privilegio del dominador masculino. El dinamismo dialéctico puede ir construyendo un orden de existencia más equitativo para ambos géneros. Un orden donde mujeres y varones sean reconocidos en su diferencia e igualdad fundamental.

Por último, recordaremos que Simone de Beauvoir no era consciente de la magnitud y, sobre todo, de la grandeza de su esfuerzo cuando escribió El segundo sexo. Quizás en el momento de su muerte tampoco lo sabía. En realidad, hasta hace bien poco la teoría feminista no formaba parte de la historia general de la filosofía política, pese a ser el feminismo uno de los núcleos fuertes del pensamiento de la democracia. Su cita y análisis  normalizados comienzan a aparecer recién en la década de los noventa. De ahí que, reconocerla como una auténtica filósofa e incluir este libro entre las obras claves de la filosofía de la centuria es un cometido de justicia irrenunciable. Así también, otra tarea que tenemos los que nos interesa vivir el momento histórico con toda lucidez es dialogar con su obra. Y si lo consideramos necesario, criticar aquello en lo que no coincidamos, pero siempre desde el reconocimiento de su inestimable valor, de su coraje, de su inteligencia y de su honestidad intelectual. 



BIBLIOGRAFÍA
1. AMORÓS, CELIA, "Presentación", citado en 10 palabas clave sobre MUJER, Pamplona, Verbo Divino, 1995 
2. MOI, T, The Making of a Intellectual Woman, Blackwell, Londres, 1994
3. SIMONE de BEAUVOIR, El segundo sexo, Aguilar, Buenos Aires, 1981
4. FALLAIZE, E. (ed), Simone de Beauvoir, A Critical Reader. Routledge, London and New York, 1998
5. LÓPEZ PARDINA, Teresa, "Autonomía", citado en 10 palabas clave sobre MUJER, Verbo Divino, Pamplona, , 1995
6. ROMERO PÉREZ, Rosalía, “La familia filosófica de Simone de Beauvoir” en Amelia Valcárcel y Rosalía Romero Pérez (eds.), Pensadoras del siglo XX, Sevilla, ed. Instituto Andaluz de la Mujer, col. “Hypatia”, 2001
7. DE MIGUEL, Ana, "Feminismos", citado 10 palabas clave sobre MUJER, Pamplona, Verbo Divino, 1995
8. PALACIO, Marta, FILOSOFÍA Y FEMINISMO (S). "Filosofía y feminismos (s)", en Conversaciones entre Teología y disciplinas. En la encrucijada del género, AZCUY, Virginia (compiladora), Centro de Estudios Salesianos de Buenos Aires (CESBA), 2004


¿Qué damos en Filosofía?

Por Román Albrecht Romero , estudiante del 4º Curso de la carrera de Filosofía FFUNA

Muchas veces nos preguntan, personas de distintas esferas sociales, de distintos ambientes intelectuales ¿qué dan en Filosofía? y seguida de tal pregunta -o implícita en ella-, ¿qué es filosofía? Mi condición actual de estudiante-trabajador, económicamente en banca rota, cansado, algunas veces olvidando hasta el motivo de dicho estado físico, pero asombrado, amante y hasta fanático de esta carrera y la Filosofía en sí, me lleva a responder tímida pero significativamente a la primera de ellas; para la segunda, creo que hay bastante río de tinta.

Antes de intentar dar una respuesta satisfactoria, me parece interesante responder primero el "cómo", en la medida de mis posibilidades. Desde que me tocó ingresar a la Facultad de Filosofía, casi todos los sábados, a veces mañana y tarde, tenemos clases de refuerzo de Filosofía antigua, tardo-antigua y medieval (no existe la asignatura de Filosofía Medieval en nuestra Casa de Estudio, aunque nuestro profesor sabe demostrarnos su importancia,  y de ahí, que algo de eso damos). En tal sentido, creo oportuno mencionar que una vez se desarrolló en el quincho de la institución, a falta de un aula disponible, pues no la habíamos solicitado con antelación.

Estas clases se desarrollan gracias a la buena voluntad y disposición de cubrir el costo del pasaje y viático de forma personal del profesor encargado.  Por cierto, está de moda el cobro exagerado de dicha “prestación económica” sin utilizarlo para su fin, de parte de la clase política en Paraguay y, creo, más de uno estará de acuerdo conmigo, de que no solamente ocurre aquí en nuestro país.

Que no se mal entienda, no estoy dando excusas –por lo menos no es esa la intención-, sino describiendo tal cual ocurren las cosas, entre otras cosas; también pido disculpas a varios profesores que también realizan ese “vuelo metafísico” en sus clases, pero que no estoy nombrando.Yéndonos directamente al "qué", una de las materias que nos ocupa en la carrera, Filosofía de la Historia en este caso, a través de la exposición de un compañero, sacamos a luz la frase de un “más que importante” filósofo Alemán,  Oswald Spengler, refiriéndose a un colega suyo, aunque muy anterior a éste, que rezaba de la siguiente manera: “el primer pensador del calibre de Hegel”; este primer pensador del calibre de Hegel, no es otro que el abad calabrés Joaquín de Fiore.

Recordando a Platón –en otra materia-, traíamos a colación su llamativo juicio “En democracia no se crean enemistades, sino fuertes lazos de amistad entre corruptos”, creo que darle sentido, significado y realidad a dicha frase, habla mucho más de lo que yo pueda poner en palabras. Aprovechando la osadía, permitida a través de este medio, quisiera recordar una frase  -una de las más hermosas que me tocó escuchar por cierto- que poníamos sobre la mesa cuando era un estudiante de primer año, estudiando a Aristóteles, leyendo un manual de Historia de la Filosofía de los eternos profesores Guillermo Fraile y Teófilo Urdanoz que dice: “en cada parcela de la naturaleza existe alguna maravilla”, si esa maravilla, sea cual sea el ámbito de estudio o pasión en el cual cada uno se desenvuelve a su manera, aún no es motivo ni inspiración suficiente… y bueno, para esto estoy sin palabras.

martes, 24 de septiembre de 2013

Condicionamientos del conocimiento existencial en el Pensamiento del Hombre Postmoderno

Por Diego Arias, Egresado de la Carrera de Filosofía FFUNA, Joven investigador de la Institución

Hablar de Condicionamientos  en el  Conocimiento  Existencial  implica hacer referencia  a la base misma del conocimiento,  a la  comprensión  que tiene el hombre del mundo y de las cosas a partir de su experiencia.

El objetivo de la presente investigación es determinar la naturaleza del  conocimiento existencial por lo que se ha planteado la lógica de lo irracional conforme a la interpretación acerca de la naturaleza del conocimiento existencial postmoderno y si este tipo de conocimiento es determinante para explicar la realidad. 

Partiendo  que el conocimiento es la representación mental de un objeto,  se ha planteado en esta investigación  la pregunta de cuáles son los elementos que intervienen en el proceso de creación del  conocimiento. 

Motivo  por  el  cual el autor se ha propuesto  la formulación  de cuatro dimensiones irracionales,  que a través del estudio de cuatro factores a saber, la fragmentación, la contrariedad, la imaginación y la fe, se pudo llegar a la reflexión sobre los condicionamientos  del conocimiento  existencial  en el  pensamiento del hombre posmoderno.  

Factores que  fueron abordados dentro de los grandes temas filosóficos de todos los tiempos, como en su momento lo hicieron ; Hegel exponiendo su postura acerca de la insuficiencia esencial de lo parcial dándole un gran sentido a la fragmentación del pensamiento,  Aristóteles  con su formulación  acerca de la contrariedad,   Kant y Bergson con  su planteamiento respecto a la imaginación y por último todas las reflexiones acerca de la fe que se pueden ver reflejadas en la filosofía de John Locke, son apenas  una pequeña reseña de la importancia  que ha tenido el estudio del conocimiento y los factores tanto objetivos como subjetivos  que intervienen en el hombre  para la abstracción del  mismo. 

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Se han planteado los siguientes constructos filosóficos  como dimensiones o  limitaciones del conocimiento; la División, la Oposición, la Fantasía, y la Coincidencia. Las dimensiones  aquí  planteadas  como condicionantes del pensamiento, no son otra cosa que la pretensión de abordar el problema del conocimiento,  desde una perspectiva más integrada, que si bien fueron estudiadas por otros pensadores  de manera aislada aquí se las integra como parte de un proceso único,  al considerar dichas dimensiones  como el resultado  determinado por un orden lógico, se intenta dar una perspectiva en donde cada uno de los condicionamientos es capaz de explicar el modo en que el hombre capta y comprende su realidad. 

Cabe resaltar que la correspondencia existente entre las dimensiones planteadas, propone la unificación de los mismos y la superación del sentido de homologación que pueda afectar la interpretación entre los factores intervinientes y las dimensiones planteadas en este estudio. 

La investigación corresponde al Diseño de Teoría Fundamentada de la Investigación Cualitativa. Para la obtención de la información se ha recurrido a documentos bibliográficos y observaciones directas de la realidad,  la investigación consta de una sola fase de recolección y análisis de la información, a través del método reflexivo. 

Si bien a  la luz de todo lo expuesto  se pretende brindar una nueva forma de abordar el conocimiento  y los factores que intervienen en su forma de abstracción, el aporte más importante en esta investigación es sin duda el cimiento que esta  representa para establecer nuevas líneas de abordaje para un tema fundamental como lo es el conocimiento. 



Palabras Claves: Condicionamientos- Conocimiento Existencial -  Irracionalidad – Factores - Dimensiones

Obs: Este es el resumen de investigación presentado en las VII Jornadas de Jóvenes
Investigadores de la UNA - Julio de 2012 por el autor.

jueves, 29 de agosto de 2013

Filósofos en el patíbulo

Por José Manuel Rodríguez Pardo (Esp.), Doctor en Filosofía por la Universidad de Oviedo.

El filosofar ha sido una actividad peligrosa a lo largo de la Historia

Pese a que la filosofía académica surgió en los orígenes de la civilización que compartimos todos, ligada a las ciencias y a sus problemas fundamentalmente, la actividad política que también aborda el saber filosófico (un saber desarrollado en el ágora, en la esfera pública) ha resultado ser siempre un tema muy polémico. Los filósofos, en tanto que han sometido a crítica desde perspectivas muy diversas las ideas aceptadas socialmente en una época determinada, han sido considerados elementos peligrosos o subversivos, a neutralizar.

José Manuel Rodríguez Pardo. Foto de Google Image
El primer ejemplo de esto que afirmamos es la forma en que se trató a Sócrates en la Atenas clásica,
según nos relata Platón en diálogos suyos como la Apología de Sócrates y el Critón. Todo por haber descubierto algo tan simple como que ni él ni nadie sabía realmente nada; pero Sócrates fue ante todo el ejemplo de ciudadano virtuoso: prefirió seguir en Atenas y morir como ciudadano (tomó voluntariamente la cicuta que se usaba para las ejecuciones) dentro de las leyes atenienses, que exiliarse y vivir como extranjero el resto de su vida. Reconoció que sólo se puede ser libre respetando las leyes, pues como dijo Heráclito éstas son más fuertes que los muros de la ciudad. Aristóteles, ya en el contexto del Helenismo que contribuyó a forjar al educar a Alejandro Magno y a toda su generación, también hubo de sufrir persecuciones mientras permaneció en Atenas, no sólo por estar ligado a los macedonios, sino por sostener que Dios era en realidad un motor inmóvil que nada tenía que ver con el mundo; el Filósofo por antonomasia, ya en plena decadencia de la polis, no murió al igual que Sócrates como ciudadano, pues era extranjero, sino que se exilió para evitar que los atenienses cometieran un nuevo crimen contra la Filosofía. 

Sin embargo, tanto Platón como Aristóteles, el platonismo como el aristotelismo, influyeron de manera decisiva en la conformación de nuestro mundo, tanto que sin ellos tramos enteros de la Historia Universal serían incomprensibles; concretamente, ni la Edad Media ni el Renacimiento serían comprensibles sin las doctrinas de estos dos filósofos, pese a que en su época fueron considerados impíos y subversivos respecto a la sociedad existente. Parece que se cumpliera aquello que dijo el Padre Feijoo al prologar su Teatro Crítico Universal en 1726: «En caso que llegue a triunfar la verdad, camina con tan perezosos pasos la victoria, que el Autor mientras vive sólo goza el vano consuelo de que le pondrán la corona de laurel en el túmulo».

Si bien durante los tiempos medievales y modernos poner en cuestión determinadas ideas aceptadas socialmente (como la existencia de Dios) podía suponer la ejecución del filósofo, pronto fue inventado un mecanismo más sutil pero sumamente efectivo: quemar «en efigie» al autor. Como diría Freud, la humanidad progresa sutilmente: si hoy queman los libros, en otras épocas hubieran quemado a los autores. Y, de hecho, los filósofos comenzaron a ser quemados «en efigie»: Juan Teófilo Fichte fue expulsado de la Universidad de Jena en 1799 al ser acusado de ateísmo (pese a que en realidad la Idea de Dios fichteana era «el destino del sabio», un ideal que no existe con nosotros pero que se desarrolla como un imperativo del ser humano). 

Incluso en tiempos democráticos, considerados por muchos como el Fin de la Historia, los filósofos siguen siendo quemados en efigie: en España, Gustavo Bueno, autor de un potente sistema filosófico y también conocido por su actividad polémica en televisión, fue expulsado en 1998 de la Universidad de Oviedo, apelando a un burdo formalismo burocrático: pese a que se había jubilado en 1989, con 65 años de edad, se le apartó de la docencia con un nuevo reglamento ad hoc, que le jubilaba de nuevo con 70 años de edad y le desposeía de su cátedra emérita.

La última lección en la Universidad de Gustavo Bueno, ofrecida de manera informal en las escaleras de la Facultad de Filosofía, ante un auditorio que desbordaba el improvisado lugar, tuvo el mismo aire de la Apología de Sócrates: la reconstrucción de la actividad filosófica y el destino del filósofo, condenado y traicionado por sus supuestos compañeros de gremio, desdeñosos y envidiosos de sus apariciones públicas, encerrados en una filosofía de profesores y para profesores condenada a su muerte burocrática.  Sin embargo, Gustavo Bueno ha seguido filosofando a través de la Fundación que lleva su nombre, una institución privada al modo de lo que fue la Academia de Platón, dedicada al cultivo de la actividad filosófica, sin las trabas y prejuicios academicistas. Bueno ha seguido siendo «quemado en efigie» por muchos guardianes de lo políticamente correcto, que son legión en España, pero con ello no han sepultado su obra sino que la han situado en contexto, como verdadera filosofía crítica ante los problemas de nuestro tiempo.

viernes, 23 de agosto de 2013

Estudiante de Filosofía presenta su nuevo libro


Eduardo Quintana, estudiante del 4º Curso de la carrera de Filosofía FFUNA comentó su libro "Preguntas mal hechas" el jueves, 22 de agosto, en el auditorio CEPB - FFUNA. El evento tuvo lugar en el Día 3 de la Semana de la Carrera de Letras. El coordinador de la carrera Miguel Àngel Samuel Fernández acompañó la actividad en presencia de profesores, estudiantes, coordinadores de otras Carreras y el público en general.

Para más detalles, clic aquí

lunes, 12 de agosto de 2013

Ensayo sobre el pensamiento teológico de la fe, expresada a través del comportamiento existencial

Por Diego Arias, Egresado de la carrera de Filosofía FFUNA

"La 'FE' es la fuente de la realidad, porque es la 'VIDA', creer es crear. La 'FE' no es creer lo que no vimos, sino crear lo que no vemos"... Miguel de Unamuno.

Los teólogos insisten en que la sabiduría de Dios consiste en enviar a su pueblo profetas y apóstoles, los cuales a su vez clasifican al conocimiento y la existencia en:
Espiritual: es la tierra de aflicción, de agonía de muerte…
Natural: es la tierra fértil de explosión de vida

Sus pensamientos, acerca del hombre, en relación a Dios, básicamente, consisten en que, no existe la libertad, en ninguna de las formas, si la libertad no viene del espíritu.

La libertad en el espíritu es la restauración que viene del interior por medio del espíritu, profesan, que debemos, arroparnos en las cosas espirituales y eso nos permitirá identificarnos, entonces, en el espíritu, el conocimiento es igual a la aplicación, de la misma forma que, la identidad es igual a la autoridad.

La aplicación es la salvación del espíritu, es decir, su libertad, es el verdadero paso de fe, es sabiduría y amor de Dios. La aplicación de los hábitos espirituales, nos otorga la madurez, es el manto profético y apostólico, el que nos cubre y reduce nuestras cargas.

El retiro estratégico de la vida en común, es cuando vamos adjuntando estatutos morales, realizando un borrador de nuestros cimientos espirituales, y declarando así la victoria, al propósito natural de la revelación; es el paso profético de la restauración apostólica.

Afirman que la autoridad que pueda darte el hombre o la religión jamás igualara a la autoridad que te dará la fe, esto es, en el ensanchamiento del pensamiento y de esa manera vamos experimentando en Dios los cambios según las revelaciones otorgadas por la divinidad, pero para eso, hay que procurar llevar y direccionar el ensanchamiento del pensamiento, el cual, administra la envestidura según el tiempo establecido por las conexiones del conocimiento y la existencia.

Para  los teólogos, los pensamientos, son reales, cuando alimentamos la mente a través de la fe, creen que es más fácil recibir la verdad por fe a los mundanos y paganos que a los mismos religiosos ortodoxos, entontes piensan que Dios no elimina lo que has aprendido sino que convalida lo que has adquirido.

Durante la edad media, se creía, que el resultado de casi todos los eventos terrenales era decidido por ángeles, ya sean luminosos u oscuros.

Algunas personas creen que la religión comenzó en las culturas primitivas como modo de explicar fenómenos naturales, el fuego, el viento, la lluvia, el trueno, crearon un Dios para cada cosa, uno creería que la ciencia haría obsoleta a la religión, pero no lo hizo.
Sin embargo, muchas personas piensan que la religión es un consuelo, la gente usa a Dios como excusa para muchas cosas, aunque, solamente porque crean en alguna teoría delirante no significa que su fe sea menos real, pero si la fe hace que la gente hagan cosas delirantes ¿Cuál es el sentido de tenerla? Es la naturaleza humana, tenemos que creer en algo, la fe, lo pones sobre algo equivocado y te arruina, por ejemplo, hay costumbres o creencias en rituales, -animismo- donde las personas se entregan a un pacto, por la desesperación que les toca vivir, es cierto que todos cometemos errores, hacemos cosas que no deberíamos, pero somos solo humanos y Dios es una poderosa fortaleza, las personas sacrifican una parte de su vida para compensar otra, las personas normalmente hacen que parezca todo tan fácil, se conectan con otro ser humano; no puedes hacer que una cosa compense otra, aunque todos hacemos eso todo el tiempo, así es como el mundo funciona, intentamos hacer bien las cosas; es que todos queremos que la vida tenga algún tipo de significado, parece que cuanto mayores somos más lo buscamos, y es más difícil de encontrar, pero si nuestras vidas no tienen significado ¿Qué podemos dejar para aquellos a quienes queremos?

Las personas religiosas creen que la luz puede mantener a raya a la oscuridad, la pregunta es, si la oscuridad se define por la luz?, si es asi, la oscuridad no puede existir por su cuenta, por definición debe haber luz en alguna parte, esperando que la encuentren; mediante la fe, podemos comprender ambos caminos, comprendemos la oscuridad que hay en nosotros y ver la luz. Muchos héroes de la fe, han soportado sus fracasos, y se dice, que la gracia de Dios prevaleció también.

La mayoría de la gente, cree que tenemos libre albedrio, que todos elegimos nuestro camino, a veces, el camino es claro, otras veces no tanto, cada giro, cada desvió puede cuestionar nuestra dirección, pero son las decisiones que tomamos al llegar a una bifurcación en el camino las que definen quienes somos. En esencia, la naturaleza del ser humano, otorga a través del pensamiento, un poder, es decir, la posibilidad de hacer o no hacer, dicho de otra forma, la posibilidad de decidir, por ejemplo, el reflejo de esta decisión en el campo de la religión se encuentra en la fe, en el sentir y percibir, en el comportamiento, y sin embargo los hombres en general, somos cobardes ante la idea de Dios, esto porque descuidamos la consideración de que el inminente poder de la fe, es de relación y conciliación entre una unidad dividida que pueda concebirnos en la aceptación de lo que somos, parecemos y buscamos, y en el campo de la ciencia es una ley física, el que los elementos quieran unificarse, células individuales en un plato Petri se agitan violentamente hasta que se unen, y eventos en el universo que una vez parecieron aleatorios al final se revela que tienen una conectividad subyacente. Es cierto no es posible demostrar la existencia de Dios, como tampoco no es posible demostrar su no existencia, pero si es posible demostrar a través del comportamiento de las personas que hay una lucha constante entre la luz y la oscuridad en el mundo. Y si hay algo de cierto en esto, es que hay un Dios porque en cada uno de nosotros existe un poderoso sentido de bondad moral, pero honestamente cuando terminas de comprenderlo todo se trata de la fe, es algo que sientes no algo que puedas explicar, es muy difícil decirlo con palabras porque no tiene sentido. 

Del pensamiento teológico se puede decir que la gran conexión de la naturaleza y la providencia es una coincidencia, reflejada en el comportamiento de las personas,  y en función a la fe. Las coincidencias se pueden comprender cuando observamos a las personas experimentar la unión y la división, actúan como si estuvieran de acuerdo en que han llegado a un punto en donde ya no coinciden en lo que ambos creen sobre lo que les conviene a cada uno de las partes o viceversa. Sin embargo el concepto del significado de la palabra utilizada en el lenguaje diario de las personas, en relación al término de “coincidencias”, tiene varias acepciones; ahora, el contexto en el cual está basado el significado de las coincidencias interpretada en el comportamiento de las personas que se demuestran a través de la fe, es que, las personas, a conveniencia propia, van adaptando los hechos, hacia una verdad basada en suposiciones, es decir se deja caer al hecho mismo en una fantasía en la cual las personas se ajustan escapando a su realidad y a la vez se confunden con ella, y actúan como si no les importara, es como que se sienten conforme en convenir en una superposición y están de acuerdo en una idea, opinión o parecer sobre algo.

Es decir, las coincidencias se dan en la mentira, en la oposición, en la  fantasía de la imaginación, el revestimiento mítico es tan enorme y para nada bueno, y la fe es una conexión de estas grandes coincidencias que se encuentran hilados para y por un propósito natural y superior al entendimiento.

La fe es la habilidad de cambiar a través de las coincidencias que ofrecen las informaciones, el conocimiento y las experiencias, aunque no sea necesario que se explique los cambios del comportamiento en las personas porque resalta por sí sola y sale a la luz los detalles personales de cada persona, luego la crítica se encarga de añadirle las mentiras, las fantasías; y las coincidencias son el resultado de lo que las personas creen de los demás, es como que la fe cada uno la interpreta a su modo, es decir vivimos con las críticas, pero a veces, algunas personas, tienen, una respuesta para cada una de ellas.

Entonces la verdad antropológica tomada de la observación del comportamiento en las personas seria como una adaptación que se da en la naturaleza del conocimiento existencial, en un proceso de supervivencia y convivencia es, decir, adaptación y mezcla.

También es cierto que  una lógica, es decir un estudio lógico bajo premisas absurdas al igual que Hegel, no es que quiera comparar el brillante sistema hegeliano con este estudio preliminar sobre el comportamiento, más bien, me parece que estaría en una especie de acaecimiento, solo podríamos admitirlo, que no se pueda probar su validez, ni desaprobarla, no significa que no sería posible, todo lo que se puede hacer es escuchar el testimonio de quienes afirman que Dios es un ser que se encuentra en el equilibrio y en el balance natural de todas las cosas, es cierto que también podría ofender al sentido común de los entendidos, pero al igual que lo hizo en un principio la relatividad y la mecánica cuántica, y sin embargo funciono y se pensó que es así como funciona la naturaleza.

viernes, 2 de agosto de 2013

La Filosofía y el nuevo orden internacional: Enseñar Filosofía y enseñar a pensar

Por Celina A. Lértora Mendoza, Doctora en Filosofía. Conicet- FEPAI - Bs. As.

Es un tópico común hablar de “el nuevo orden internacional” aunque resulta difícil precisar los caracteres que lo perfilan. Descriptivamente y a nivel macro se habla al menos de los siguientes: globalización, orden jurídico post-estatal, multiculturalidad. Tampoco es fácil determinar en qué consiste cada uno. Toda esta terminología apunta a algo llamado “sistema mundo”, que intuitivamente percibimos como una realidad aunque nos resulte difícil decir qué es (como le pasaba a San Agustín cuando le preguntaban sobre el tiempo).

La globalización como fenómeno complejo admite al menos tres acentos: la unificación global (“sistema mundo”) de la actividad económica (“los mercados”); la unificación de la forma de producción científico tecnológica; la expansión global de la información interactiva (la revolución informática).

Las Doctoras Salvadora Giménez y Celina Lértora.
Durante Geonaturalia 2013
Fuente: Archivo de Eventos y Difusión FFUNA.
Con la expresión “nuevo orden jurídico internacional” designándolo como “post-estatal”, se quiere significar el fenómeno de la paulatina pérdida de la soberanía de los estados, por lo cual también se llama “etapa post-wesfaliana” (asumiendo que la paz de Westfalia fijó el orden jurídico internacional de soberanía estatal).

Con la expresión “multiculturalidad”  se expresa un fenómeno en cierto modo paradojal, la dispersión de “las culturas” en un marco de “globalización”.

Aunque insuficiente y desde luego discutible, la caracterización a partir de estas tres notas razonablemente descriptivas,  puede permitirnos entrar en la pregunta por el “lugar” de la filosofía en este panorama.

Como parte de la realidad que somos, parece que los filósofos debemos continuar haciendo, con esta nueva presencia real, lo que hemos hecho desde el comienzo: pensarla, interpretarla, dotarla de sentido, avizorar (o proponer) sus cambios. 

De más está decir que al hacer esto estamos asumiendo una visión de la filosofía propia de la etapa anterior y alguien podría alegar que lo correcto sería cuestionarnos si eso es válido. Creo que es un cuestionamiento aceptable.

Por lo tanto propongo que frente al tema que se nos plantea, hagamos, o intentemos hacer, dos cosas
1. pensarlo conforme a nuestros parámetros estándar
2. pensar qué esta sucediendo con “eso que llamamos filosofía” en esta realidad y eventualmente posicionarnos ante ella.

En este punto podemos intentar una caracterización descriptiva de qué es “filosofía”, es decir, cómo se visualiza la actividad y el producto llamado “filosofía”. Se visualiza sobre todo a través de: publicaciones (en sentido amplio) denominadas “filosóficas”, instituciones denominadas ídem: facultades, institutos, asociaciones; actividades: escribir lo que se publica como filosófico, lo que se hace en las instituciones: hablar sobre, enseñar, discutir.

Hay pues un campo, razonablemente acotado, de actividades y productos que pueden identificarse como filosóficos, aunque reconociendo que sus límites sean borrosos (es común la falta de acuerdo acerca de qué es “filosofía” en algún caso concreto, pero no en general). En este campo las personas, instituciones, actividades y productos están interrelacionados, encadenados en una especie de “cinta de producción”: las instituciones de enseñanza filosófica (profesorados, universidades) forman a los miembros del área, ellos trabajan casi siempre también en instituciones académicas (investigan, reflexionan), producen resultados que a su vez son objeto de estudio y análisis por las nuevas generaciones de cursantes en las instituciones. Es por lo tanto, un sistema que se realimenta a sí mismo, financiado por el sistema (público o de gestión privada) educativo y científico tecnológico. Este sistema admite y hasta fomenta algunas excursiones “ad extra” del círculo institucional filosófico (pero no fuera del sistema mismo): los dos casos más importantes son la enseñanza de la filosofía en carreras no filosóficas y la enseñanza en niveles no superiores. Fuera del sistema académico, aún hay algún espacio que puede ser ocupado por un filósofo: las comisiones interdisciplinarias que se ocupan de temas sociales, ambientales, sanitarios, etc.; la “asesoría filosófica” en ámbitos que la requieran (político, religioso, económico) y hasta el periodismo, una interesante forma de difusión y visibilización. Pero el eje de subsistencia es el propio sistema orgánico. Y es precisamente aquí donde los cambios que están dándose pueden afectar -y de hecho se aprecia que ya afectan- la vida filosófica tal como la hemos entendido a lo largo del siglo pasado.

En relación a estos campos, me parece  importante considerar dos puntos:
1- El “sujeto” del filosofar, es decir, quiénes harán filosofía en este mundo globalizado y a la vez culturalmente atomizado y disperso.

2- Cuáles serán sus temáticas. Durante mucho tiempo creímos adecuado enfrentarnos a “temáticas universales” (como la propia filosofía) hasta que la crítica postmoderna puso en cuestión el “pensamiento único” o “hegemónico”, y esto tocó fuertemente a la filosofía. Hoy se buscan y se aceptan temáticas “situadas” con diversos  modos y grados de situacionalidad (de cultura, de género, de etnia, de lengua). Una propuesta que prendió rápidamente  en los años setenta  fue la propuesta de entenderla como situacionalidad  latinoamericana. Sigue siendo una aspiración incumplida.

Es fácilmente constatable que ahora (y desde los tiempos de nuestra “normalización” filosófica) los contenidos del pensamiento iberoamericano (así como los de otras regiones periféricas) no se han incorporado sino excepcionalmente al currículo académico,  aunque hay postgrados especializados en el tema y sin duda el número de tesis (de maestría y doctorado) sobre filósofos de nuestros países ha aumentado bastante. Pero de algún modo sigue siendo algo excepcional y en cierto modo ligado a la expresión de un pensamiento contestatario o alternativo. En este caso se produce una situación un tanto paradójica: el éxito de este tipo de pensamiento “revulsivo” determina su institucionalización y con ella la aceptación de cánones de producción y validación homogeneizados, que llevan rápidamente al debilitamiento de su fuerza original. Esto se ve claramente en la situación actual de la filosofía (y la teología) de la liberación. Por otra parte, esta situación ha sido observada en otros ámbitos de la cultura, como el arte.

Parece entonces, que la temática filosófica corre el riesgo de perder aquella creatividad revulsiva que –como decía Sócrates- operaba como un “tábano” sobre la sociedad y la cultura establecidas, sin lograr (ni tampoco probablemente quererlo) constituirse como un pensamiento único, un universal abstracto del “nosotros” humano. La atomización de los puntos de vista, de las situacionalidades, la apelación -sin duda valiosa- a la diferencia, llevan a una desarticulación cada vez más claramente perceptible del currículo filosófico que transitó victoriosamente, desde Aristóteles, la historia filosófica de Occidente. Sin pretender declamaciones apocalípticas, considero que este proceso es irreversible y que tenemos que replantear nuestras tareas filosóficas.

* *

Como conclusión de lo anterior y como propuesta concreta, planteo la enseñanza de la filosofía, en el futuro próximo (que se vislumbra ya en el Primer Mundo y que nos tocará pronto) como una respuesta a las nuevas modalidades del cultivo disciplinario en general: acelerado, segmentado, con rápida salida laboral, financiado en buena parte por intereses económicos, en constante modificación, con exigencia de permanente actualización y de titulaciones y post-titulaciones determinadas por los cambios en la producción y difusión del conocimiento profesional. 

La enseñanza de la filosofía se diferencia ya, y se diferenciará cada vez más, en dos ámbitos diversos: el propio y específico de las Facultades de Filosofía y el amplio campo de la enseñanza de la filosofía en otras áreas y niveles. Para estos, que no sólo serán mayoritarios sino que –a mi juicio- serán los que en definitiva terminen legitimando a la filosofía  como disciplina aceptable en el “nuevo orden del conocimiento”, es que propongo la enseñanza de la filosofía como la tarea de “enseñar a pensar” de acuerdo a lo que la sociedad actual y la inmediata futura nos proponen como un desafío diario: la capacidad de solucionar los problemas cotidianos, profesionales, personales y sociales (todos ellos siempre cambiantes y caóticos) con estrategias cognitivas y argumentativas adecuadas.

Enseñar a pensar

En primer lugar, quiero decir que  la propuesta pedagógica para los docentes de filosofía, de “enseñar a pensar”, no es algo en  sí mismo específico de esta disciplina. Observo que los docentes (al menos los buenos docentes) se preocupan por este tema desde cada una de las perspectivas disciplinares que cultivan. Al proponerlo en general y en especial para los docentes de filosofía, quiero significar que considero este ámbito curricular uno de los más adecuados, o hasta el más adecuado, para llevar a la práctica esa propuesta. 

-  Los docentes (tanto secundarios como terciarios y universitarios) suelen considerar que además de enseñar los contenidos específicos de sus materias, deben enseñar a sus alumnos a pensar creativamente. Por ello suelen preocuparse de imbuirles el estilo propio del pensamiento de sus disciplinas (matemático, físico, biológico, literario, histórico). Sin embargo, la mayoría de los alumnos que tienen presentes no van a ser propiamente científicos, sino profesionales, funcionarios, administradores, gestores, etc. Es decir, personas que deberán enfrentarse con problemas y desafíos de tipo teórico - práctico. 

- ¿Dónde, sino en la escuela (entendida en el amplio sentido de institución de enseñanza formal), pueden los jóvenes iniciarse en este difícil arte de resolver los problemas que el mundo nos propone?  La realidad es que enseñar a pensar creativamente los problemas cotidianos (que no por cotidianos son menos importantes) no parece ser objeto propio y específico de ninguna disciplina. Por lo tanto es una responsabilidad que comparten todos los docentes, y ellos con los padres y otros formadores más o menos institucionalizados. Y también debería ser una responsabilidad de los niveles educativos informales, sobre lo cual habría mucho que decir.

- Para enfrentar este cometido, un docente debe en primer lugar planteárselo para sí mismo. Aquí entonces quisiera señalar un camino, sobre el cual yo misma he meditado reiteradamente. Este camino se articula en dos ejes: 1. El pensar tópico; 2. La estrategia de resolución de problemas. Quienes hemos estudiado filosofía tenemos la ventaja de poder analizar estas estrategias en sus fundamentos teóricos y trasmitirlas con toda la riqueza que dicho fundamento conlleva, evitando que la propuesta se transforme en un manual de “hágalo Usted mismo”.

- El pensar tópico. Desde Aristóteles, distinguimos dos tipos de saberes: los que llamó  científicos, que son apodícticos, universales, indubitables, y los que llamó “tópicos”, es decir opinativos, lugares comunes aceptados como criterios  de resolución de problemas y/o controversias por una sociedad determinada. Fue precisamente Aristóteles quien señaló que los conocimientos tópicos de ningún modo son despreciables (como en cierto modo decía Platón) y mucho menos son eliminables; es decir, no se convertirán en científicos  por aplicación de alguna metodología más estricta. La dimensión tópica u opinativa es esencial a la diversidad cultural humana. Y debemos aprender a respetarla.

Resulta significativo que las más modernas corrientes de  la lógica hayan incorporado este aspecto: por ejemplo la lógica argumentativa, la lógica de las creencias, la lógica de la relevancia, las lógicas que trabajan con conjuntos borrosos, la abducción. Estos estudios se hacen cargo de que las personas tienen un repertorio muy amplio de posibilidades de llegar a la solución de problemas, y que lo usan intuitivamente.

También los estudios sociológicos y politicológicos sobre modelos explicativos de las tomas de decisión, y el importante aporte de la teoría de los juegos, proporcionan elementos para comprender la realidad de los pensamientos y las decisiones individuales o institucionales.

Sin embargo, la filosofía académica y la enseñanza  de ella raramente han incursionado en este campo que, sin embargo, me parece de capital importancia en la actualidad y en un futuro próximo.

Considero que la mejor manera, si no la única posible, de trasmitir ideas y valores que consideremos relevantes para la humanidad, es la de incorporarlos como elementos subjetivos -pero exhibibles y eventualmente discutibles- de nuestros procesos cotidianos de asumir y resolver situaciones vitales. Por ejemplo: un médico con cierta inquietud ética (tal vez inconsciente y raramente tematizada) puede sentirse preocupado por la calificación moral de acciones propias o de colegas, las que impone el sistema, etc. Pero difícilmente esté en condición de abordar la ingente literatura bioética, que le parecerá una maraña inextricable en la cual se perderá sin llegar a nada concreto. Ante esa situación, si su calidad moral es buena, tratará de resolver el problema por cuenta propia, “según su leal saber y entender”.  Analizará el caso concreto eliminando los aspectos que le parezcan irrelevantes o poco importantes y tratará de buscar el centro, el nudo de su inquietud y tomar una decisión. De un modo intuitivo, está aplicando los principios de la lógica de la relevancia. Y si tiene convicciones personales fuertes (religiosas, ideológicas) tratará de ser coherente con ellas; en este caso su mente funciona como lo explica la lógica de las creencias. Pero probablemente no esté en condiciones de defender su decisión argumentativamente, frente a discursos más armados. La filosofía entendida como un aprendizaje del pensar propio, puede ayudarlo a ello.

Dígase lo mismo de un adolescente sumido en conflictos propios de su generación y grupo: si probar un porro o no, si tener una relación homo o heterosexual, etc.

Los elementos de esta comprensión respetuosa son:
1. Distinguir lo evidente de lo no evidente;
2. Distinguir lo que no siendo evidente, es posible, o creíble;
3. Evaluar los argumentos de credibilidad, porque el pensar tópico no es irracional;
4. Evaluar la calidad de los argumentos que se usan a favor de una u otra tesis.

Ejemplos de áreas de discusión tópica relevante: jurídicos, políticos, económicos, religiosos, de conveniencia personal (elección de carreras, de empleos, de pareja, etc.)

- La estrategia de solución de problemas. Decía Popper que la metodología científica no es una eliminación sino una superación, o un perfeccionamiento del proceder del sentido común. El sentido común procede de una manera metódica, aunque inconsciente y muchas veces no  completa. Este método, que llamó “del ensayo y el error”,  nos puede ofrecer algunas ideas interesantes en la tarea de enseñar a pensar, porque una manera necesaria de pensar bien es aprender a resolver problemas racionalmente (no por corazonada, impulso, costumbre, etc.)

Enseñar a resolver problemas racionalmente implica enseñar a:
1. Detectar clara y distintamente el problema;
2. Analizar sus elementos o componentes;
3. Ubicar claramente el objetivo de la solución: no se trata de proponernos resolver cualquier problema, sino que un problema es relevante cuando forma parte de un contexto a su vez relevante; ubicar un problema fuera de contexto es tornarlo irresoluble o de soluciones insatisfactorias y hasta contraproducentes;
4. Analizar las diversas alternativas de soluciones posibles en relación con el objetivo  y con el contexto problemático;
5. Imaginarse soluciones inesperadas, creativas,  alternativas de las habituales, aunque ello incluya (como muchas veces sucederá) una modificación en el planteamiento que incluso puede hacer desaparecer el problema mismo.

- Los alumnos de cualquier disciplina suelen considerar que el ámbito problemático de la misma está tan claramente delimitado que la solución se encuentra siempre de una manera mecánica. Por eso a veces insisten en realizar muchos ejercicios, más bien que en  entender de raíz el problema. Y a veces también los docentes, quizá sin quererlo, abonan esta idea. Con ello se produce un enorme desgaste de energías y  derroche de tiempo en relación a los resultados que finalmente se obtienen.  Y por eso mismo tampoco la disciplina, que finalmente estudian de memoria y como mera colección de conocimientos puntuales, les ayuda a pensar de una manera útil para su vida.

- La escuela no puede ser sólo el lugar donde se aprenden conocimientos científicos más o menos fundamentados y asimilados. La escuela es ante todo un lugar donde se aprende a vivir, a convivir, a crear un mundo mejor para todos. Por eso cada disciplina tiene su especificidad, que sin duda hay que salvaguardar, pero también un nexo -que el docente debe desentrañar- con esa totalidad socio-cultural a la que pertenece. Enseñar a pensar en la escuela es, a mi juicio, enseñar a ubicarse en esa totalidad y desde ella aprender a pensar argumentativa o tópicamente  y a solucionar racionalmente los problemas.

* *

Para terminar

Podemos enseñar filosofía reproduciendo los grandes autores del pensar universal y de modo también universal, estrategia que probablemente no conduce a nada más que erudición,  pero también podemos hacerlo de muchas otras maneras, en una gradación casi infinita hasta la “charla en la mesa de café”, que tampoco probablemente conduce a nada más que a pasar un buen rato.

Entre esas posibilidades, la idea de enseñar filosofía como el arte (el hábito) de pensar, plantear bien y resolver adecuada y creativamente los problemas, es una opción no desdeñable. Es cierto que el pensar no se reduce a resolver problemas, pero sin duda esta resolución ocupa su mayor parte, y desde luego la más imperiosa y urgente. La vida nos urge a resolver problemas. Precisamente una muy aceptada definición de inteligencia la califica como “capacidad de resolución de problemas”. En esta amplia concepción, no sólo los seres vivos, sino también las máquinas, resuelven problemas y son, de modo más o menos análogo, “inteligentes”. Pero hay muchas maneras de resolver satisfactoriamente problemas; el modo humano es abierto, indeterminado, susceptible de novedad y cambio, de búsqueda, en suma, de pensar creativo. Como es –o debería ser- la vida humana misma.

Enseñar a pensar así es un modo de enseñar a vivir y devolver a la filosofía el antiguo título que solía compartir con la historia: ser maestra de la vida.

¿Son filósofos los periodistas?

Por Eduardo Quintana, Estudiante del 4° Curso - Carrera Filosofía FFUNA

Hace unos meses, el filósofo español José Manuel Rodríguez Pardo visitó el Paraguay con el fin de presentar su libro de historia “La independencia del Paraguay no fue declarada en mayo de 1811”, despertando cierta polémica en algunos círculos académicos. Sin embargo, el pensador también motivó la discusión filosófica, especialmente en una charla dictada en la Facultad de Filosofía de la UNA. En aquella oportunidad, Rodríguez Pardo realizó un resumido, pero interesante esbozo de la filosofía española. 

Durante su intervención, indicó que hoy en día, los filósofos a veces se olvidan de hacer filosofía y este papel es retomado o recuperado por los comunicadores. El argumento principal radica en que los periodistas son los que están en contacto con el mundo real y son los que reflexionan acerca de los acontecimientos que se dan a nuestro alrededor. 


Sin dudas que periodismo y filosofía están muy unidos. Platón aseguraba que los verdaderos filósofos son aquellas personas a quienes gusta contemplar la verdad. Mientras que los filósofos la contemplan, los buenos periodistas intentan difundirla. Obviamente, hay diferencias abismales. El comunicador se centra en una parcela bien delimitada de la realidad, con matices locales y temporales, mientras que el pensador debe hacer que su trabajo o propuesta trascienda el día a día y pueda mantenerse más allá de una semana o un mes. 

Están unidas también porque las diversas teorías de comunicación tienen sustento filosófico. La búsqueda de la verdad, aunque resulte un trabajo pesado y hasta peligroso, en cualquier sentido, es uno de los pilares de ambas disciplinas. 

El trabajo del periodista consiste en indagar acerca de los acontecimientos presentes, sacar a luz una noticia de interés público, denunciar irregularidades de la comunidad donde se encuentre y defender “la verdad”. Mientras que la labor del filósofo es reflexionar sobre la realidad, en su totalidad, para algunos y aglutinando los saberes de los demás campos del conocimiento, para que pueda dar una alternativa de respuesta a preguntas inquietantes que no necesariamente son importantes en la actualidad. 

Jaspers nos dice que en filosofía son más importantes las preguntas que las respuestas. “Este sentido de la palabra ha persistido hasta hoy: la busca de la verdad, no la posesión de ella, es la esencia de la filosofía, por frecuentemente que se la traicione en el dogmatismo, esto es, en un saber enunciado en proposiciones, definitivo, perfecto y enseñable. Filosofía quiere decir: ir de camino. Sus preguntas son más esenciales que sus respuestas, y toda respuesta se convierte en una nueva pregunta”, nos plantea en ¿Qué es la filosofía?

Pero volviendo a la discusión, ¿hacen filosofía los periodistas? En un sentido estricto, y académicamente hablando, no. No se preocupan por establecer una metodología filosófica que les permita desarrollar conceptos o interactuar con pensadores de la época para corroborar si sus propuestas se corresponden con lo que pasa en el mundo. Sin embargo, hacen filosofía. Son ellos los que cubren la guerra civil en Siria y se enfrentan al hambre, a la postergación, al sufrimiento y a la muerte. Están cara a cara con la crisis económica y evalúan el comportamiento de los jóvenes con el alto índice de desempleo en la Eurozona.

Son los periodistas quienes investigan acerca de los casos de espionaje en los Estados Unidos y revelan de qué manera se comporta hoy el Leviatán, de qué manera el Estado o el contrato social se ven en crisis existenciales. Son los comunicadores los que hoy en día están al pendiente de los avances en materia de investigación en células madre o cómo va el trabajo del robot Curiosity en suelo marciano. Están en contacto con la realidad y por ello reflexionan acerca de las implicancias de todo lo que ocurre.

Estamos en un periodo donde el conocimiento se transforma diariamente, donde hay que definir puntualmente la información, donde la complejidad ha reemplazado a la simplicidad en mucho sentido. Son los periodistas quienes están pensando cómo cambia el globo y cómo interactúan los individuos. Mientras, en muchos círculos académicos, incluyendo el paraguayo, los filósofos no se animan a salir de la Torre de Marfil, que lo critica fundamentadamente Bunge en “Crisis y Reconstrucción de la filosofía”. Muchos pensadores no se animan a explorar la realidad material de la que estamos hechos y por ello tropiezan con juegos académicos ya inservibles o caen en discusiones bizantinas.

Este es el momento donde los filósofos deben replantearse su papel, no sólo académico, sino social. Deben rever posturas y hasta repensar sobre su labor. También los periodistas deberían pensar sobre su trabajo, darse cuenta que no solo transmiten información o procesan datos momentáneamente importantes, sino que a través de la comunicación también están proponiendo filosofía o incluso, la construyen.